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Han pasado tres años desde que tuviste que irte, y digo
tuviste porque estoy convencida de que, de haber tenido elección, jamás lo hubieses hecho. O eso me he repetido día tras día. A veces pienso que me convertí en una Penélope moderna: tejiendo ilusiones y esperanzas durante el día y deshaciéndolas al anochecer, temiendo que no encajaran con la realidad a tu regreso.
Mientras estabas lejos, el tiempo se volvió una tela caprichosa. Aprendí a llenar los huecos con pequeñas rutinas, a sostenerme con ilusiones que no siempre conseguía mantener en pie. Y aunque todo a mi alrededor seguía girando, mi vida quedó suspendida, como una puntada sin rematar.
Me descubro impaciente frente a esa puerta de metal que te ha privado tres años de la libertad, de tu familia, de mí. He contado los días, las horas, los minutos y los segundos que ha tardado en abrirse.
No sé si soy la misma persona que tejía ilusiones para no romperse, pero quiero creer que, como Penélope, mi espera tuvo sentido. Y al tenerte frente a mí, me pregunto si tú sigues siendo el mismo, si en tus ojos aún cabe el reflejo de lo que fuimos. No lo sé. Tal vez la vida, como el telar de Penélope, consiste en aceptar que algunas hebras se rompen para dar paso a otras nuevas.
Lo cierto es que, aunque el tiempo haya pasado, mi corazón vuelve a saltarse un latido al verte, antes de bailar al ritmo de aquella canción que bailé para ti sobre la mesa de aquel bar.
Si algo he aprendido, es que amar también es eso: quedarse, incluso cuando todo invita a irse; tejer, incluso sabiendo que quizás mañana haya que empezar de nuevo.
Te amo, Serge Davies.
Posted 10/26/2025, 12:00 PM