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Entrenté todos mis miedos

El día de Santa Kobe acaba de pasar y tuve una experiencia bastante fuerte. Se me ocurrió ir a pescar una nueva estrella de género musical en Singapur, uno de los destinos más evitados en estas fechas, pero como soy testaruda, hice ir a toda mi banda allí.

Al llegar a Singapur, me fui directo al templo sin prácticamente nada de preparación, solo mis deseos de estar en presencia de la diosa una vez más. La música fantasmagórica comenzó a sonar en el aire y la seguí sin titubeos. La montaña pronto se cubrió de nubes negras y parecía que ya anochecía, ¡pero solo eran las 9 de la mañana! Eso ya me parecía raro pero bueno, con Kobe nada es normal así que continué el camino.

No tardaron mucho en aflorar los miedos que guarda mi corazón, y a mi mente vinieron esas pesadillas inolvidables, los peores momentos de mi vida... la vez que Aina y yo nos quedamos en el aeropuerto de México DF solas cuando eramos niñas... todo el horror. En medio de sollozos y lágrimas seguí avanzando, con el ánimo de parar, dar media vuelta y correr hacia mi familia, pero mamá no crió una cobarde, así que seguí hasta el final, donde al fin todas las tinieblas se disiparon y la diosa con su dulce sonrisa me recibió, me reconfortó y me premió por mi valor, con una linda estrella en el género de rock.

Habiendo respirado un poco en el templo de la cima, regresé a la ciudad y abracé a mi mamá, a mis hermanas y mi alma volvió a mi. Y así terminé aquí, en una disquera pequeña pero llena de tesoros y creo que pasaré las siguientes 3 horas perdiéndome entre discos y melodías, ver esas pesadillas y malos ratos en mi mente me ha sentado fatal.