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La Marea Se Lleva El Pasado... Y Lo Ofrece Como Futuro.

Una tímida sonrisa se dibujó en los labios de Bruna. Ante ella, una chica de belleza tan indescriptible que ni la más objetiva enumeración de cualidades podría dar una imagen clara de su porte. La realidad se desdibujaba en la subjetividad, en el sol brillando sobre el cielo de Río de Janeiro y de aquél sol ante ella, sosteniendo un ramito de flores que le ofrecía junto a palabras que evocaban un pasado tan lejano que pocas memorias en el mundo podrían remontarse tan atrás, como si llamara a una reacción química ancestral perdida entre las innumerables ramificaciones del árbol genealógico de Bruna.

La castaña aceptó de buen grado el obsequio y ambas permanecieron sentadas una al lado de la otra, tomándose la mano como si fueran amigas de siempre.

-Nunca creí que fueras una chica de playa- le dijo la inolvidable desconocida.

-Últimamente encuentro paz en el ir y venir del mar. Se siente caprichoso y cambiante, pero a la vez tan inconmensurable que nada le afecta, como si fuera ajeno al tiempo. ¿Crees que tengo algo de eso?

La desconocida exhaló por la nariz con un tono divertido.

-¿Y yo cómo podría saberlo?

-¿Quieres averiguarlo?- le propuso, roja como un tomate, Bruna. Ambas se miraron y la desconocida reposó su cabeza en el hombro de Bruna.

-¿Conmigo serías como el mar?

-¿Y yo cómo podría saberlo?

Las chicas rieron y se pusieron de pie, caminando lentamente y tomadas de la mano, poco a poco desapareciendo de la playa.

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"Amar não é olhar um para o outro, é olhar juntos na mesma direção." - Antoine de Saint-Exupéry

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