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The Embodiment Of Greed

Bruna se encuentra en el medio de la nada. Sólo un pequeño cerco de madera separa un tramo de naturaleza de otro, pese a que nada es de nadie allí, tan lejos de las grandes urbes y el ruido constante de frágiles vínculos de amor fugaz.

-La nada es nada, hasta que alguien la hace ser- murmura, disfrutando de la sensación del aire puro, de una soledad que apenas se quiebra con las deliciosas risitas de su niña, Giovanna, correteando libremente por hectáreas y hectáreas de nada con potencial a ser.

El móvil de Bruna suena. Ni siquiera allí es capaz de esconderse del largo brazo Eastham. Es una voz masculina, ofreciéndole cientos de millones por aquello que la familia tanto se esfuerza en conseguir para sus clientes. Bruna acepta, hace lo que tiene que hacer y dos o tres botones más tarde, son un puñado de millones más ricas.

-Mierda.

Poco a poco, la ilusión de zafarse de los negocios de la familia se esfuma. La castaña se muerde el labio inferior al ver la cuenta bancaria sumando millones. Le gusta. Le atrae. Le... genera cosas. Bruna se ruboriza al notar que su respiración se ha acelerado de sólo pensar en dinero. Sonríe.

Si Alayna es el mal personificado, quizá ella sea lo propio con la codicia.

Las Ferreira da Silva abandonan aquél terreno y suben al coche. Después de todo, son demasiado Eastham.

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